La separación de los padres ¿cómo afrontarlo cuando hay hijos? (II)
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Aunque las discusiones ocasionales entre padres son esperables en cualquier familia, vivir en un campo de batalla de constante hostilidad y conflictos no resueltos representa una importante carga emocional para cualquier niño. Los gritos, las peleas, las discusiones o la violencia en la vida doméstica favorecen el miedo y las reacciones aprensivas en los niños.
Que un niño presencie conflictos entre sus padres es un modelo inapropiado para una persona que todavía está aprendiendo a relacionarse con los demás. Los niños cuyos padres mantienen relaciones llenas de hostilidad y resentimiento son más proclives a tener dificultades emocionales y de comportamiento que perdurarán más allá de la infancia.
Hablar con un mediador o un psicólogo especializado en divorcios puede ayudar a las parejas a airear sus recriminaciones y resentimientos mutuos de un modo que no sea perjudicial para su hijo. Aunque puede ser difícil, si los dos padres hacen un esfuerzo por colaboran de este modo, evitarán al niño el dolor provocado por una relación de pareja llena de amargura y resentimiento.
Adaptarse a una nueva situación
Puesto que el divorcio puede ser un cambio tan importante, las adaptaciones a las nuevas condiciones de vida deberían hacerse de forma gradual.
Pueden ocurrir varios tipos distintos de situaciones:
- Uno de los padres tiene la custodia total.
- Custodia compartida, donde se comparte tanto la custodia legal como la física (con quien vive el niño) entre ambos padres.
- Custodia legal compartida, donde ambos padres comparten este tipo de custodia, pero el hijo vive mayoritariamente con un padre y este posee más autoridad en determinados ámbitos médicos o educativos.
¿Cuál es la situación que más le conviene a su hijo? Es una pregunta difícil y sobre la que muchas parejas tienen grandes desacuerdos. Aunque algunos niños se adaptan muy bien a la situación de compartir el tiempo equitativamente con ambos padres, otros parecen necesitar la estabilidad de tener un «hogar» propio y recibir visitas del padre con quien no viven. Algunos padres deciden permanecer los dos en la misma casa, pero esto solo funciona en circunstancias muy excepcionales y, por lo general, debería evitarse.
Independientemente de la solución que escojan, deberían priorizar las necesidades de su hijo. Evite verse envuelto en una especie de guerra con su ex pareja para ver quién gana. A la hora de tomar decisiones sobre los días de fiesta, las vacaciones y los cumpleaños, concéntrese en lo que sea más conveniente para su hijo. Es importante que los padres resuelvan estas cuestiones por sí solos en vez de pedirle al niño que decida.
Durante los años previos a la adolescencia, cuando los niños empiezan a participar más en actividades extra-familiares, es posible que necesiten horarios diferentes que se adapten más a sus prioridades. En el caso ideal, para los niños resulta muy ventajoso recibir apoyo de ambos padres, pero es posible que se resistan a estar la misma cantidad de tiempo con los dos si esto interfiere con sus actividades académicas o su vida social. Prepárese para escuchar la opinión de su hijo sobre el modo de compartir el tiempo con ustedes e intente ser flexible.
Es posible que su hijo no quiera compartir su tiempo con usted y su ex pareja de forma equitativa y también es posible que tome partido por alguno de ustedes. En tal caso y por duro que parezca, intente no tomarse las cosas como algo personal. Respete los horarios de visita y recuerde lo importante que es que ambos padres se involucren en el cuidado y la educación del niño.
A veces, los niños sugieren pasar un verano entero, un semestre o un curso completo con el padre que no tiene su custodia. Pero esto no tiene por qué reflejar su deseo de irse a vivir con él. Escuche a su hijo y explore las distintas opciones que le plantee. Este tipo de arreglos pueden funcionar en divorcios «amistosos», pero no son típicos de las situaciones más conflictivas.
Educar a un hijo bajo presión
En la medida de lo posible, ambos padres deberían esforzarse para maximizar la regularidad en las rutinas y la disciplina en ambas casas. Mantener expectativas similares en lo que se refiere a la hora de irse a la cama, las normas y los deberes escolares reducirá la ansiedad del niño, sobre todo si es muy pequeño.
Siempre que sea posible, colabore con su ex pareja para mantener una normas coherentes y, a pesar de que usted no pueda aplicarlas en la casa de su «ex», por lo menos podrá hacer que se cumplan en la suya.
Es importante mantener la mayor normalidad posible después de un divorcio, conservando las rutinas habituales, que afectan al horario de las comidas, las normas domésticas sobre el comportamiento y la disciplina en la casa. Relajar los límites, especialmente en los períodos de cambio, tiende a generar inseguridades en el niño y reduce las probabilidades de recuperar la autoridad parental más adelante.
No caiga en la tentación de dejar de aplicar rutinas y límites y de saltarse unas normas de comportamiento coherentes, consintiendo y malcriando a su hijo porque lo está pasando mal a consecuencia del divorcio. Siéntase libre para darle todo el afecto posible; un niño no se malcría por recibir demasiados abrazos y palabras cariñosas. Pero comprarle cosas o hacerle regalos para sustituir el amor o permitir que actúe como le plazca no es lo que más le conviene. Además, en estos casos, suele costar mucho que los padres vuelvan a ejercer su autoridad cuando las aguas vuelvan a su cauce.
El divorcio puede ser una crisis importante en una familia. Pero, si usted y su ex pareja colaboran y se comunican de forma civilizada por el bien de su hijo, la unidad familiar original puede seguir siendo una fuente de fortaleza, incluso aunque nuevas familias compuestas entren en escena.
Por eso, recuerde:
- Buscar ayuda para afrontar sus propios sentimientos sobre el divorcio. Si usted es capaz de adaptarse a la nueva situación, sus hijos serán también más propensos a adaptarse a ella.
- Tener paciencia consigo mismo y con sus hijos. Los problemas emocionales, las pérdidas y el dolor que ocasiona un divorcio requieren tiempo para sanar y esto suele ocurrir por etapas.
- Reconocer los síntomas del estrés. Consulte con el maestro, pediatra o terapeuta de su hijo para que le guíe en la forma de enfocar problemas específicos que le preocupen.
Cualquier tipo de cambio es difícil; pero debe saber que tanto usted como su hijo pueden adaptarse y se adaptarán a este cambio. Encontrar su fortaleza interior y buscar ayuda para aprender nuevas habilidades de afrontamiento no son cosas fáciles, pero puede hacer una gran diferencia su familia supere este difícil período.
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Espero te sea útil, con afecto, Yraida Moreno Luna.
(CEO Fundador de Psiquexpresión, Psicólogo Clínico, Master en Psicología Aeronáutica, Especialista en varias áreas del quehacer terapéutico: Terapia de Pareja de Pareja, Terapia de Familia, Constelaciones Familiares)