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15 agosto, 2017Introspección, desafío, dolor, reto, aflicción, pena, combate, pesar, encuentro, reflexión, desconsuelo, despedida, cambio
Muchos de nosotros no comprendemos a cabalidad los alcances del término “hacer el duelo” ¿Y qué es el duelo? Se habla de un duelo para referirnos a la reacción emocional, cognitiva, conductual y espiritual que le sigue a una experiencia de pérdida, ¿cualquier tipo de pérdida? Sí: la muerte de un ser querido, el divorcio, la ruptura amorosa, el desempleo, una enfermedad, una mudanza, migrar, pasar de una etapa a otra son todas experiencias que nos sacuden emocionalmente, alterando el orden del cotidiano vivir, aquel mundo que consideramos ordenado, confiable y predecible.
Toda experiencia de pérdida genera una respuesta que llamamos duelo. Respuestas en las que encontramos, inicialmente: aflicción, pena, pesar y desconsuelo.
La magnitud de un duelo es proporcional a la importancia emocional de lo perdido. Esta “magnitud”, en ocasiones, se nos hace difícil de contener y abordar. El duelo equivale entonces, en términos de tiempo, a lo que llamamos luto; es decir, al período que le sigue a la pérdida; y en términos de reacción, es la respuesta física, psicológica y espiritual que busca readaptarnos a un mundo diferente, cambiado, en donde ya no está aquello que se perdió. Es un proceso de cambio, de búsqueda, de sacudones interiores, de altibajos emocionales, de retos que nunca nos va a dejar iguales a como estábamos antes y quizás, mejores.
¡¿Mejores?! Si, en tanto nos demos el permiso de sentir y expresar el dolor que viene con la pérdida. Toda pérdida ¡DUELE! y como todo dolor, es una invitación al cambio. Sufrimos cuando nos resistimos al cambio que genera la pérdida. “No es lo que pasa lo que te afecta, sino como lo afrontas”, nos dice el Dr. César Lozano en “despierta, la vida continúa”. Pasar por un proceso de duelo nos abre una puerta a la reflexión e introspección, así lo expresa Elizabeth Kübler–Ross en su libro “sobre la muerte y los moribundos”. Mejores, en tanto demos el paso hacia la despedida y dejemos de combatir en contra de nuestras propias emociones y de las oportunidades de crecimiento que la vida nos ofrece.
Despedirnos de lo perdido es lo que más nos cuesta porque esa despedida nos desafía a ser mejores de lo que somos, nos conduce a encontrarnos con lo mejor y lo peor de nosotros mismos para restaurar el equilibrio y balance que sentimos perder cuando nos toca decir “Adiós”.
El duelo es una experiencia humana dura y desgastante, permitirnos “vivir” este proceso da paso al encuentro con el bienestar. “Hacer el duelo” implica hacer consciencia de que no vamos a olvidar a quién o aquello que perdimos, el vínculo continúa vigente en nuestra vida de forma distinta. El proceso de duelo progresa y va evolucionando hacia lo que se conoce como su “resolución”. La resolución del duelo nos conduce hacia la vida, en palabras de Paulo Coelho: “es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto”.
Hacer el duelo es un proceso de cerrar ciclos y el cómo hacerlo dependerá de la experiencia de pérdida vivida (la muerte de un ser querido, migrar, enfermedad, etc.). El apoyo de grupos sociales, familiares y amigos así como el aporte personas calificadas o profesionales entrenados puede ayudar a mejorar la calidad del proceso de duelo ¿Qué podemos hacer ante una experiencia de pérdida?:
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Aceptar la experiencia, hablar de ello facilita el proceso
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Identificar los sentimientos relacionados con la pérdida -rabia, dolor, frustración, culpa, ansiedad, tristeza, dolor, “alivio”, enojo con Dios o la vida- sin criticar su presencia, más bien avalando su expresión
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Independizarse emocionalmente de la pérdida a fin de tomar decisiones y establecer nuevas relaciones
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“Autorizar” la tristeza dejando saber que es lo apropiado, sobre todo en fechas aniversario. No se trata de olvidar, se trata de integrar la experiencia
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Identificar problemas y temas irresueltos para poder profundizar en ello y cerrar el ciclo emocional
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Escuchar-se y comprender… Escuchar-se y comprender… Escuchar-se y comprender: las palabras que nos decimos, las conductas que tenemos, los pensamientos y sentimientos que surgen. Cada quien lo vive de manera diferente y no hay generalidades.
¿Cómo saber si superamos la pérdida y realizamos el duelo? Cuando puedes recordar lo perdido sin juicio, sin crítica, sin dolor y con amor. Cuando, tiempo después, puedes compartir con otros la experiencia sin que la emocionalidad te atreviese. Cuando has realizado cambios en tu cotidiano que muestran la integración de la experiencia en tu vida. Cuando te miras en el espejo, recuerdas la pérdida y simplemente sonríes…
Espero te sea útil, con afecto
Yraida