El poder la vulnerabilidad, la resiliencia
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17 septiembre, 2018En el principio estuvo el caos. Todo acto creativo surge de esta primicia, y el caos es inminentemente femenino en su sentido original. Lo femenino es lo que contiene, es el espacio vacío con las condiciones necesarias para que la materia se manifieste, oscuridad y humedad. Lo femenino es el todo en potencia, mientras que lo masculino es la luz materializada, el principio generador de lo particular.
El caos es un concepto que no cabe en nuestra modernidad positivista, luchamos por alargar la vida, acortar las distancias y producir más; para ello nos hemos encargado de crear una estructura hecha para evitar el dolor, en la que todo esté lo más ordenado posible; el caos nos incomoda, el desorden produce estrés y el estrés es la principal causa de incapacidad en el mundo laboral y uno de los detonantes principales de muchas enfermedades letales en nuestra época.
Aun no descubrimos las ventajas de habitar el caos. Hemos aprendido a temerlo, evitarlo, repudiarlo y a tratar en todo momento de ordenarlo y controlarlo. Sin embargo, el caos y el orden son parte de una simbiosis de energías que crean el movimiento, como en el emblemático signo yin-yang, en donde se representa el fluido circular entre lo positivo y lo negativo, en apariencia opuestos, pero que conforman la danza infinita y armónica del universo. El caos es lo femenino y el orden es lo masculino, por tanto, ¡hemos aprendido a temer, evitar, repudiar y tratar de ordenar la feminidad!
Pero paremos aquí con el fatalismo conspirativo. Me gustaría enfatizar en este punto, que la represión femenina no es un asunto que atañe sólo a las mujeres, pues los hombres tampoco pueden desarrollar y expresar su feminidad. La danza dual de nuestra sexualidad se ve interrumpida al habitar un mundo a la mitad, donde la otra mitad, la caótica, violenta y oscura de la naturaleza femenina tanto de mujeres como de hombres, está velada y se vive desde comportamientos al margen de lo permitido por la moral, la ética y a veces incluso las leyes.
Pero no todo está perdido, de hecho todo lo expuesto anteriormente es sólo parte de un proceso más largo que ha comenzado mucho antes de nosotras. Cada generación de mujeres, y algunos hombres conectados con su feminidad, ha conservado el conocimiento de esa energía en actividades sencillas, creativas, transformando el intrincado telar de las emociones. Este proceso más largo es un camino histórico para acceder a una feminidad más sana y creativa, donde el dolor sea parte natural de la vida, y no algo que tenemos que evitar a toda costa.
Sin duda alguna, el gran contenedor del secreto de lo femenino es la sexualidad, un mundo basto y lleno de sensaciones en donde todo el universo puede ser expresado a través del lenguaje del cuerpo y de la sangre. La sexualidad es un medio de sanación y de exportación e importación de información del mundo, una experiencia que puede ser de profundo autoconocimiento. Una fiesta de los sentidos que se convierte en un puente con nuestra espiritualidad.
La sexualidad nos ayuda a reconciliarnos con el caos, donde todo espera ser nombrado a través del lenguaje del gozo, que es la puerta siempre abierta a la sanación. Cuando accedemos al disfrute físico y emocional en libertad, conectamos con la alegría de estar vivas. En ese estadio hormonal (la dopamina, oxitocina, endorfinas, etc.), con los músculos relajados, el corazón bombeando, la mente despejada y las emociones enraizadas, el proceso creativo se vuelve no sólo más sencillo, sino inminente.
En cambio, cuando nuestra sexualidad se enturbia con dudas, prejuicios, culpa, o se da en medio de una relación emocionalmente tóxica en la cual nos sentimos inseguras, sólo drenamos nuestra energía, baja nuestra lívido y en estas condiciones es difícil que florezca la creatividad, aunque no imposible; de hecho, si las circunstancias llegan a nuestro límite y entramos en crisis, la creatividad surge de todos modos, pero el proceso es doloroso y violento, pues sucede a partir de la oposición de nuestra pareja sexual y/o amorosa.
Es por esto que la sexualidad se vuelve un canal de exploración de nosotras mismas y nuestra emocionalidad. Para ello hay que dejar los prejuicios fuera de nuestro campo y poner atención, abrir nuestros sentidos para conocernos, conectar con nosotras mismas y nuestro gozo; y mientras cada vez más conecte yo cada vez más puedo conectar con el otro, invitando así a nuestra pareja a que también se sienta más libre de expresar su erotismo. Poner atención es estar en presente. Cuando hacemos el amor con toda nuestra intención puesta en crearnos ese mundo de sensaciones, la mente también se limpia, las emociones se potencializan y sanan los pendientes.
Para lograr una mayor conexión con nuestra sensualidad durante la relación sexual, hay algunas pautas sencillas que nos ayudarán:
- La respiración. Inspira y expira tranquilamente, cada vez que nuestros pulmones se quedan sin aire las sensaciones se vuelven más intensas y profundas.
- El contacto visual. Si estas acompañada, la mirada del otro es muy importante, nos permite mantener una conexión más limpia con nosotras mismas y con nuestra pareja.
- Estimulación de los sentidos. Todos los sentidos son importantes, no dejes ninguno ocioso, no importa si la experiencia es con pareja o con nosotras mismas, invoca a tu instinto.
- Expresión emocional. Permite que tus emociones se expresen con libertad, incluso el llanto o la ira. Háblalo con tu pareja para evitar confusiones, si se manifiestan sentimientos que tengan que ver con ambos es mejor hablarlos, y si se manifiestan sentimientos que son de tus hijos, profesiones, familia, etcétera, obsérvalos y déjalos pasar. Este es un trabajo de práctica, no te desesperes si las primeras veces no puedes hacerlo, comenzar a abrirnos emocionalmente durante la relación sexual es una labor que requiere paciencia y constancia, amor y resiliencia.
- El Gozo. El placer sana, si pensamos en lo más básico de nuestra humanidad, todo lo que hacemos es para sentir
La sexualidad es una fiesta a la que todo nuestro ser está invitado, nuestra luz y nuestra oscuridad, una danza de transformación y trasmutación de la energía para lograr avanzar a una vida más sana y creativa.
Con amor,
Daniela Mixtlan
Mujer Medicina, Médico Tradicional, Actriz, Poeta en ZIWA
Forma parte del equipo Psiquexpresión